La revolución del amor
Recuerdo que pensé: “siempre seremos jóvenes”. En aquel festival cientos de jóvenes como yo soñábamos con hacer del mundo un lugar mejor. Vestíamos flores en el pelo y bailábamos al son de la música, dejándonos llevar. Nos perfumábamos con el aroma de la libertad y fluíamos con nuestras emociones. Y, sin darnos cuenta, nació la revolución del amor.
El mensaje de “paz y amor” se convirtió en nuestra filosofía de vida. Creíamos en la magia de las flores, en el respeto a todos los seres vivos, nos grabamos a fuego que debíamos proteger el Planeta.
Y mientras recorría la costa oeste de EEUU a toda velocidad, sentía que la vida aceleraba al ritmo de mi furgoneta. La música me conducía a través de largas carreteras soleadas, regalándome cielos dorados y paisajes infinitos.
Fui dejando atrás los lugares más magníficos que podía imaginar. Cada nueva ciudad era una nueva oportunidad, una nueva aventura, un nuevo recuerdo en mi mente. Los Ángeles, San Francisco, San Diego...
Cada nueva ciudad
era una nueva oportunidad
de conectar con otras personas que sentían lo mismo que yo: que la vida fluía en colores, con nuevas formas. A través del amor.
Y así comenzó la revolución, con la música latiendo en nuestros oídos y la sensación de que éramos eternos.
Cada nueva ciudad era una nueva oportunidad
de conectar con otras personas que sentían lo mismo que yo: que la vida fluía en colores, con nuevas formas. A través del amor.
Y así comenzó la revolución, con la música latiendo en nuestros oídos y la sensación de que éramos eternos.
Porque esa es la mayor revolución de la vida: la del amor.
Porque esa es la mayor revolución de la vida: la del amor.